La democracia, ya se sabe, no se agota en los comicios. Sin embargo, en vísperas de una elección, parece que el voto lo fuera todo.Compromiso de largo plazo . Los ciudadanos elegimos -por razones de momento- a quienes gobernarán durante años. Y solemos votar emocionalmente. El cirujano más odioso puede ser el mejor; pero a veces dejamos que nos opere el más teatral, aunque sea menos apto. La falta de adecuada información favorece esa actitud.

Menú fijo . En realidad, el votante ni siquiera elige. Opta por uno de los platos preelaborados que ofrecen los partidos. De existir la bromatología política, la venta de ciertos candidatos industriales estaría prohibida. Las primarias, abiertas y obligatorias, habrían hecho que las candidaturas surgieran, como es natural, desde abajo. Es penoso que se las haya desechado.

Propaganda . Vance Packard lo tenía claro: “Rara vez el consumidor elige un producto por su calidad”. Mediante la “investigación motivacional”, los publicistas “bucean en el subconsciente” para saber “qué comprará ese consumidor, de forma compulsiva”. En varios países, el proselitismo no puede durar más de dos o tres meses. Antes, rige una veda absoluta que protege el subconsciente del electorado e impide que los candidatos más ricos saquen ventaja. Por la misma razón -y por la capacidad de la TV para malear opiniones- el Reino Unido y Noruega prohíben la propaganda política en televisión.

Publicidad oficial . Todo aviso firmado por el gobierno es propaganda. No importa que se lo rotule “de interés público”. Las autoridades deben informar a secas; no promoverse a sí mismas mediante spots.

Falsas expectativas . A menudo se dice que, “cuando llegan arriba”, los políticos se olvidan de lo prometido. La amnesia, es indudable, afecta a más de un gobernante. Sin embargo, la gente -que no ha tenido oportunidad de conocer las propuestas- compara a un gobierno con las falsas expectativas que creó la propaganda. La política no hace crecer el pelo ni adelgazar comiendo.

Estrategas . Cuando un candidato tiene objetivos precisos y sabe cómo alcanzarlos, contrata a un experto para expresarlo de manera clara y persuasiva. Pero a veces ocurre lo contrario: un candidato sin objetivos ni aptitud se entrega a un “consultor” que -merced a encuestas- ausculta los deseos del electorado y los transforma en vagos objetivos de su candidato. Es marketing sin sustancia.

Exceso de oferta . Aun sin la intervención de tales “estrategas”, la mayoría de los candidatos tiende a prometer demasiado. Para ganar una elección se necesita ofrecer más beneficios que los oponentes. Pero la oferta debe ser limitada y viable. Hay razones para desconfiar del mortal que dice: “Yo soy el camino, la luz, la verdad y la vida”.

Política agonal . También hay que recelar de quien, para ensalzarse, inventa luciferes. Es fácil atacar a quienes -aun sin razón- son odiados por muchos. Si uno elige las bete noirs adecuadas, tiene asegurado un número de seguidores. Gottfred Liebniz decía que “las sectas no se caracterizan por lo que afirman sino por lo que niegan”. Los políticos responsables deberían evitar que la democracia fuera rehén del sectarismo.

Calidad institucional . Cuando se emplea esta expresión se lo hace para reclamar que el Ejecutivo respete a los otros poderes. Es algo imprescindible en un país donde -negando el principio republicano- los tres poderes suelen habitar en la Casa Rosada. Esa concentración es más fácil cuando Legislativo y Judicial no se respetan a sí mismos. Sea porque el partido gobernante gozó de amplia mayoría, o porque la oposición fue indolente, el propio Congreso ha violado (o permitido que se viole) la Constitución nacional. Durante años dejó que el Ejecutivo legislase, bajo el disfraz de Decretos de Necesidad y Urgencia. Y le ha otorgado, además, facultades extraordinarias. Los legisladores se han despojado, así, de obligaciones indelegables. Todo, con el aval de una justicia que, en más de una ocasión, se ha abstenido de resolver “cuestiones políticas”. Cuando Ejecutivo o Legislativo se salen de los ámbitos fijados por la Constitución, la Corte debe ejercer, inexcusablemente, el control institucional.

Presupuesto . La “ley de leyes” gobierna todos los ingresos y egresos del Estado. No hay tema -sea la economía o el bienestar social, la ciencia o la educación- que no dependa del Presupuesto. A pesar de eso, el Congreso siempre aprueba, con pequeñas modificaciones, los Presupuestos diseñados por el Ejecutivo. Renuncia, así, a participar en la política tributaria y la asignación de fondos. No se puede aprobar el Presupuesto a libro cerrado, o apenas corregido. Tampoco se puede demorar su sanción. La prórroga del Presupuesto anterior ignora las situaciones y necesidades que se producen de un ejercicio al otro. Por otra parte, con un Ejecutivo que se arrogue facultades ajenas, el Presupuesto viejo puede servir de base para añadir egresos injustificados.

Corrupción.

La ligereza con la que se aprueba el Presupuesto da lugar a gastos ocultos y fondos reservados: agujeros por los cuales escapan dineros públicos que terminan en bolsillos indebidos. Pese a los innegables esfuerzos de la Auditoría General de la Nación, la ulterior rendición de cuentas no permite enmendar la situación. Cifras tardías, y a menudo incompletas, esconden gastos impropios.

Plan . Para construir una verdadera democracia, debemos cumplir, como mínimo, con estos puntos:

1. Poner en marcha el sistema de internas abiertas.
2. Limitar las campañas electorales a 90 días.
3. Establecer una veda de publicidad hasta el inicio de cada campaña.
4. Regular la propaganda política en TV, estableciendo límites por partidos.
5. Prohibir la propaganda oficial, poniendo al partido del gobierno en igualdad de condiciones con los otros partidos.
6. Prohibir la publicidad negativa, evitando así los ataques o descalificaciones de un partido a otro.
7. Asignar a los candidatos espacios gratuitos en TV para que cada uno exponga el “qué” y el “cómo” de sus propuestas.
8. Obligar a que, en tales espacios, cada candidato anticipe cómo garantizará la división de poderes, la debida sanción del Presupuesto y la puntual presentación de la rendición de cuentas.

Para muchos, este será un plan naïve , destinado a la indiferencia o el rechazo de los políticos. Muchos de ellos, sin embargo, se beneficiarían de este perfeccionamiento democrático.

En épocas de vacas gordas, la mala democracia resiste cualquier cosa. Cuando las vacas enflaquecen, la gente pide que se vayan todos.

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